viernes, 8 de febrero de 2013

¿Cuál es la alerta del periodismo en México?


El informe 2012 de la organización Reporteros Sin Fronteras sobre la libertad de expresión es demoledor: 90 periodistas asesinados y casi 300 encarcelados. Siria y Somalia son los países más mortíferos para quienes se dedican a la profesión; sin embargo, es Turquía el lugar donde se encuentra el mayor número de periodistas encarcelados. Los detalles del informe -de lectura obligada- son abundantes y permiten comprender cuál es el reto que en materia de información tienen naciones como México, proyectadas equivocadamente como ejemplos de restricción informativa.  

Y es que la realidad está llena de matices. Si bien en los últimos años han sido asesinados decenas de periodistas y se han atacado varias sedes de diarios y televisoras en el país, siendo el más reciente el secuestro con la posterior liberación de 5 trabajadores de El Siglo de Torreón, también es verdad que el derecho a la información permanece, se consolida y paradójicamente sigue creciendo, no solo con el aplomo del gremio periodístico, sino también por una creciente cultura formal e informal de la transparencia que demanda más información. Además, la internet se ha convertido en catapulta para exigir tanto al Estado como a distintas instancias sociales y empresariales mayor difusión de los recursos públicos.

En el contexto del informe de RSF, sin duda el periodismo mexicano está en alerta y así lo deja entrever la percepción de la opinión pública nacional que ha aplaudido la instalación de la Comisión Especial para dar seguimiento a las Agresiones contra Periodistas y Medios de Comunicación por parte de Senado mexicano.

No obstante, la crisis no está asociada al acceso a la información, cobertura, ni mucho menos por manejo de contenidos. En México disgustan, más que el ejercicio periodístico en sí, los efectos que genera aproximarse a datos concretos para develar la verdad e incluso opinar o hablar de ella;  algo distinto a la acción de reportear e investigar (materia de análisis del informe de RSF), hechos que no deben confundirse. Preciso: en nuestro país el problema no es indagar sino lo que se hace con el resultado de la investigación.

Y no podría ser de otra manera porque hacer periodismo sigue siendo algo lucrativo para los mexicanos. La apertura de más medios de comunicación impresos y electrónicos, así como la autorización de nuevas concesiones en televisión reflejan el futuro de esta actividad.  Por ello el reto para nuestra sociedad no es de acceso a la información sino del rechazo al conocimiento que genera el preiodismo, parte medular del proceso cognitivo que, por sí mismo,  transforma la percepción de la realidad.

Es inocultable, pues, que se nos ha ido incubado un germen de intolerancia hacia quienes no piensen o se manifiesten de forma distinta y que ésta crece cuando se busca con un sentido lógico y racional. Se trata de una intransigencia innata a la naturaleza humana que las redes sociales han multiplicado de muchas formas y que está tomando visos de violencia. Eso lo establece el mismo informe de RSF donde se consigna, a nivel mundial, el homicidio de 48 internautas, así como la creciente censura en varias naciones contra los flujos de información electrónica.

Por estos motivos, la mejor aportación que tendrá la nueva comisión senatorial radicará en comprender que México vive una profunda contradicción en materia de comunicación: por un lado crece la profesión periodística, se abren nuevos medios y la población busca participar de estos movimientos emancipadores que la red alienta; del otro lado se impone un tamiz de alta sensibilidad hacia la opinión de quienes piensan distinto o hacen con los productos periodísticos críticas sistemáticas a los poderes fácticos. Esto nos lleva a comprender que no se parte de cero para garantizar, más que el derecho a informar, el derecho a decir lo que muchos no quieren leer ni escuchar.

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