El pasado jueves 9 de mayo quedó demostrado, por si cabía
duda, que en la actualidad ningún hombre por poderoso que sea puede evitar la protesta ni el
escarnio público. Y ya tocó al magnate mexicano Carlos Slim, considerado por la
revista Forbes como el hombre “más rico del mundo”, resentir en carne propia
una burla colectiva de varias decenas de activistas que, de manera coordinada,
boicotearon la presentación de su iniciativa sobre educación en línea, en una sala
de la biblioteca pública de Nueva York.
Los detalles del desafío se pueden conocer en un video que la
organización “Dos países, una voz” difundió a través de Youtube (http://www.youtube.com/watch?v=Cq4yLBLCWr4&feature=youtu.be), que bajo el concepto de “laugh machine" incluyó la distribución de billetes falsos con la foto del empresario y la
cifra estampada de 73 mil mdd, cantidad estimada de su fortuna. Además, estos activistas tocaron trompetillas a manera de burla antes de abandonar la sala donde se escenificó la protesta, ante la mirada desconcertada del ultramillonario.
La razón de dicha exhibición fue denunciar que en su
acumulación de bienes y dinero Carlos Slim ha dañado el patrimonio de México. Algo poco usual si bien no es la primera movilización en su contra, la historia tiene sentido porque coincide con otras acciones que
están mostrando la vulnerabilidad del acaudalo inversionista.
Y es que hace días en Uruguay el presidente José Mújica
firmó un decreto que revoca un permiso de operación de televisión satelital a
la empresa Claro, filial de América Móvil, cuyo propietario es Slim. A esta
medida se suma otra disputa por el mercado que enfrenta en Colombia, donde también
se le ha denunciado por prácticas monopólicas. A todo ello debo agregarse la reciente
reforma constitucional de Telecomunicaciones en México por lo cual han empezado a perder fuerza sus monopolios de telefonía e internet, ya que con la nueva normatividad se modificará la correlación de fuerzas en el sector. Un adelanto puede medirse con el impacto que los cambios han tenido en el mercado bursátil donde la fortuna del magnate perdió 144,454 millones de pesos.
Y aunque son hechos en principio diferentes, todo indica que Slim está tocando fondo en el
conjunto de condiciones que le habían permitido acumular tanta riqueza e influencia. Lo
irónico es que siendo un hombre poderoso en la red, con acciones en varios
medios de comunicación dentro y fuera de México, esté imposibilitado de detener
protestas, criticas y hasta burlas en los ámbitos donde, por su hegemonía y
poder precisamente, uno esperaría que nadie le pueda amenazar. La protesta en Nueva
York comprueba que todos somos vulnerables al escarnio y que, cuando la burla se
concreta, caen como juego de naipes muchas otras suposiciones.
Sin duda en estos escenarios de disputa y regulación
gubernamental de mercados, tanto en telecomunicaciones como bursátiles, pero
sobre todo de uso dinámico de las redes sociales, pueden dinamitarse basamentos
que encapsulan imágenes de señorío sembradas con referencias no auditadas como lo son los indicadores de Forbes, esa entidad que construye leyendas de empresarios que, al estilo Slim, sueñan con dominar flujos
y reflujos de la red.
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