lunes, 16 de septiembre de 2013

Televisión distinta, negocio nuevo


También la televisión en México ya cambió. Ha dejado de ser monopolio o duopolio; la señal abierta ya no es la ventana para mirarla ante el apogeo de la señal restringida, sea por cable o satélite. Como concepto está modificada. A fuerza y desgaste del uso lingüístico, ha dejado de aplicar la certeza de que esa señal a distancia de imágenes y sonido, más allá de la forma de transmisión, solo podía recibirse en el aparato receptor conocido como televisor, pues las señales se pueden consumir en pantallas fijas o móviles mediante internet, pero también sus contenidos se proyectan en cine, y sobre todo fuera de los horarios, de los días de transmisión programada y aún del televisor, condiciones que los canales emisores determinaban. La tele ya no dicta la pauta mientras crece el video sobre demanda y el streaming, donde la empresa Netflix abrió un mercado que muchas firmas han secundado.
Otro indicador de este cambio es la liberación de alternativas que la red ha creado en demérito de los canales tradicionales, lo cual se está logrando no solo mediante las plataformas web de medios impresos o radiofónicos que contienen canales emergentes, con señales propias, sino por la multiplicación de pantallas nada convencionales ofrecidas por el servicio Youtube. El rating en descenso de todas las empresas mexicanas de televisión así lo constata.

Dichos procesos han concretado la ruptura del control que las televisoras tenían. Para dimensionar este cambio, baste con considerar los miles de canales que Youtube ofrece a medios de comunicación, instituciones públicas, sociales y privadas, así como a ciudadanos provistos de cámaras digitales o Smartphone; la erosión de audiencias está multiplicándose.
Si bien la separación establecida entre la creación de un contenido y su consumo solo rompe el paradigma sobre el que se desarrolló está industria, también la dinamiza al transformarla de un referente masivo a uno individual, con capacidad de producir sus propios contenidos.

La televisión en México es otra no solo por todo lo ya señalado líneas arriba, sino porque de la misma manera se fragmenta el mercado al que se había dirigido y crece la exigencia de nuevos contenidos.
Es por ello que el futuro de un empresario que busque invertir en esta televisión renovada no radicará en pelear y gastar su capital por alguna de las nuevas “cadenas nacionales” que con la Reforma en Telecomunicaciones impulsa el Estado Mexicano -y que difícilmente tendrán la audiencia de tiempos idos-; no, el futuro radica en la capacidad de producir y vender contenidos distintos, novedosos, atractivos para audiencias urbanas que cada día exigen mayor calidad, producción e historias distintas, pero narradas con creatividad y honestidad.  Para una televisión nueva se requiere renovar la visión empresarial, de la mano de un modelo de negocios innovador. Eso creo.

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