viernes, 15 de junio de 2012

Los medios no pueden "democratizarse"


¿Es en verdad un tema de agenda nacional la llamada “democratización” de los medios de comunicación? ¿Ha habido alguna vez un medio de comunicación “democrático” en México? ¿Existe actualmente alguno? O dicho de otra manera: ¿Los procesos democráticos pasan por los medios de comunicación?

Estas preguntas, que pueden contestarse con suma facilidad, resultan pertinentes ante el discurso político que últimamente se ha saturado con discusiones por demás bizantinas que pretenden, desde una inocencia académica o partidista, “enmendar” la inequidad editorial de los medios. Da pena escuchar al candidato de las llamadas izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, a los jóvenes integrantes del movimiento #YoSoy 132, así como a agrupaciones de comunicólogos, alentar acciones para concretar este proceso no solo por su falta de consistencia sino porque demuestran desconocimiento respecto a cómo operan los mass media en el país y en cualquier otra parte del mundo.

Dicha demanda, por sí sola, está llamada a fracasar una y otra vez, pues busca evitar lo que de suyo es una característica de la comunicación: su parcialidad. Por ello es pertinente formular una pregunta clave: ¿son parciales los medios? Por supuesto que sí, de hecho, el ejercicio del periodismo es subjetivo. Constituye una aproximación sesgada y llena de valoraciones hacia los hechos que se consideran noticias. Y es que todo proyecto periodístico surge así: con un punto de vista y con una agenda propia respecto a los temas de interés general.  Empero, los medios no son iguales entre ellos.

A lo largo del tiempo, en México se ha experimentado la construcción de proyectos editoriales de diferentes calados confrontados por su manera de comprender y asumir la información.  Sin embargo,  ha sido el mercado el que define la viabilidad de cada uno. Sin duda no puede hablarse de medios sin lectores, escuchas o televidentes y corresponde a éstos elegir entre las ofertas. Si algunos medios tienen altos tirajes de circulación o elevados niveles de rating no es porque sean “democráticos” sino porque han comprendido los requerimientos de las audiencias a las cuales se dirigen. Y esto es igual para impresos o electrónicos.

Sería injusto desconocer, no obstante, que algunos de esos medios han impedido merced al poder acumulado  la aparición de nuevos medios para evitar  contrapesos y una pérdida del mercado. Por ello, la tarea del Estado es alentar las reglas de mercado para que el mayor número de proyectos editoriales vean la luz y circulen en condiciones de seguridad en busca no solo de la información, sino también de audiencias y clientes para alcanzar sustentabilidad. 

Y, desde la agenda partidista o política, si algunos actores estiman que ciertos medios los denigran, están en todo su derecho de reclamar, exigir réplica y, en caso extremo, acudir a los tribunales civiles para demandar reparaciones de daño.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario