miércoles, 22 de agosto de 2012

MVS y su singular Código de Etica


Sin duda los códigos de ética constituyen una herramienta que urge promover en todos los medios de comunicación. En México son pocas las empresas que cuentan con uno y todavía más pocas las que lo implementan. Sin embargo, dichos códigos corren el riesgo de desfigurarse cuando son empleados para disimular políticas editoriales o justificar medidas empresariales en demérito de los principios que dichos códigos buscan cuidar. El caso más reciente de manipulación de un código de ética se ha registrado en la empresa MVS Comunicaciones.

Antes de continuar quiero subrayar el esfuerzo hecho por el periodista Gerardo Albarrán, nombrado Defensor de la Audiencia, precisamente de MVS Noticias, y sobre todo un profesionista generoso con el gremio de la comunicación que ha decidido jugar un papel de equilibrio y búsqueda de transparencia en el programa de Carmen Aristegui, quizá el noticiero radiofónico más escuchado y polémico del país.

Hago la aclaración porque si bien Albarrán se ha tomado en serio velar por los intereses de la audiencia empleando, entre otros recurso, el referido código de ética, la empresa cuyo consejo de administración preside Joaquín Vargas ha empleado el mismo código para oscurecer decisiones internas vinculadas a la expansión y posicionamiento de su negocio. Esto quedó demostrado en febrero del año pasado cuando MVS informó que había concluido la relación laboral con Carmen Aristegui por transgredir la normatividad ética de la empresa, toda vez que la periodista abordó desde la sospecha y la crítica abierta el supuesto alcoholismo del presidente de la República, Felipe Calderón. La comunicadora, ya despedida, defendió los motivos periodísticos que encontró para abordar el polémico tema que tanto molestó a Los Pinos y aseguró que su salida de MVS obedecía a una solicitud específica del gobierno de Felipe Calderón como reacción a su editorialización, lo cual ligó al proceso de negociación por el uso de la banda 2.5 GHz. 

La empresa no secundó los argumentos de Aristegui e insistió que la ruptura laboral estaba vinculada únicamente al no cumplimiento del citado código. No obstante decidió recontratarla por muchas presiones que recibió durante esos días (de los cuales abundan testimonios periodísticos), y el 15 de febrero informó que la suspensión laboral quedaba sin efecto por lo que la periodista regresaba a la radio el 21 de febrero de ese año. Se explicó que la medida había sido tomada en función de una cláusula del referido código, mismo que se hacía público en el sitio web de MVS y se anunciaba, además, la inclusión de la figura de un ombudsman, la cual recayó en Gerardo Albarrán, al que me he referido líneas arriba.

La reciente decisión de la Secretaría de Comunicación y Transportes de retirar la concesión de la banda 2.5 GHz a Multivisión llevó a que Joaquín Vargas citara a conferencia de prensa el pasado 15 de agosto para denunciar que el gobierno federal, a través de varios funcionarios, condicionó la viabilidad del proyecto de explotación de esa frecuencia a directrices editoriales dictadas desde Los Pinos y en particular a la no recontratación de Carmen Aristegui.

Este 22 de agosto, de nueva cuenta Vargas ofreció otra conferencia y con lujo de detalles describió paso a paso las negociaciones entre él y Alejandra Sota, vocera presidencial, incluso las conversaciones personales sostenidas con el ex secretario del Trabajo y senador electo Javier Lozano, así como el titular de la SCT, Dionisio Pérez Jácome, para impulsar el proyecto de explotación de la banda 2.5 GHz condicionado a que Aristegui se disculpara públicamente con el presidente Calderón. }se trata de una confesión de parte vergonzosa del propio Vargas y un reconocimiento implícito a la propia Aristegui, quien hay que decirlo siempre tuvo la razón: hubo presión directa de Los Pinos para despedirla y después para que no se le recontratara.

Al narrar con detalles el periplo de esas negociaciones, Vargas debió incluir en los testimonios su propio convencimiento de que Carmen Aristegui no podía seguir trabajando en la empresa para salvar el negocio vinculado a la explotación de la banda 2.5 GHz. Lo cuestionable desde mi punto de vista es que esperó año y medio para difundir estas negociaciones y presiones, pero no en abono a la libertad de expresión sino más como un arranque de orgullo y ante la conyuntura que le está quitando lo que sería, sin duda, el negocio de su vida. Con esta conferencia, Vargas acepta y deja testimonio de que usó el anzuelo del código de ética como pretexto para ocultar lo que ahora ha reconocido: que Aristegui solo es un ariete en su política editorial.

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